La lluvia ácida se refiere a cualquier precipitación afectada por la contaminación con ácidos presentes en la atmósfera. Este tipo de contaminación se debe principalmente a las grandes cantidades de azufre y nitrógeno liberados por los automóviles y los procesos industriales.
Deposición húmeda
Cuando los gases ácidos vuelan sobre áreas que tienen clima húmedo, el ácido cae al suelo en forma de lluvia, nieve y, niebla.
Deposición seca
En las zonas donde el clima es seco, los químicos ácidos se mezclan con el polvo o el humo y caen al suelo, quedando pegados al suelo, los edificios, las casas, los coches y los árboles.
¿Qué causa la lluvia ácida?
Una de las causas de la lluvia ácida son las erupciones volcánicas, pero su causa principal es la emisión de dióxido de azufre y óxido de nitrógeno durante la combustión de combustibles fósiles.
Cuando estos gases son liberados a la atmósfera reaccionan con el agua, el oxígeno y otros gases o productos químicos, para formar varios compuestos ácidos, por ejemplo el ácido sulfúrico y el ácido nítrico.
Efectos de la lluvia ácida
La lluvia ácida no afecta directamente la salud humana, ya que el ácido presente en el agua de lluvia está muy diluido.
La lluvia ácida daña edificios, monumentos y estatuas, especialmente las de piedra caliza y mármol, ya que contienen grandes cantidades de carbonato de calcio, el cual reacciona con el ácido presente en la lluvia.
No solo causa daño a los ríos, lagos y arroyos, a medida que cae en los árboles, puede provocar la pérdida de hojas, dañar la corteza y detener su crecimiento. También es perjudicial para el suelo porque afecta los nutrientes del mismo.
Gracias a las nuevas regulaciones que se han puesto en marcha, los niveles de lluvia ácida han disminuido en el planeta, pero no todos los ecosistemas han logrado recuperarse. Los bosques que han sido afectados por la acidez durante décadas son mucho más sensibles ahora, ya que sus barreras naturales han sido dañadas (el calcio y el magnesio han sido eliminados del suelo). Los suelos necesitan miles de años para recuperarse completamente, es un proceso realmente muy lento.
En las últimas décadas se han tomado muchas medidas para reducir las lluvias ácidas, por ejemplo se han dictado leyes que obligan a las industrias a reducir sus emisiones de azufre y se han implantado alternativas como la instalación de “lavadores” en las chimeneas de las fábricas. Estos liberan un líquido alcalino que se mezcla con las emisiones y atrapan alrededor de un 80-95% de los contaminantes de azufre, antes de que puedan escapar a la atmósfera. Esto no significa que no se deba continuar trabajando para reducir aun más los niveles de contaminación. Todavía existen otras medidas que cada uno de nosotros puede poner en marcha, como disminuir el uso de nuestros vehículos, conducir coches híbridos o eléctricos, usar la electricidad derivada del viento, el agua o la energía solar, reciclar y divulgar información sobre la importancia de reducir las lluvias ácidas en el planeta.