Una especie indicadora es un organismo cuya presencia, ausencia o abundancia refleja una condición ambiental específica. Las especies indicadoras pueden ser señal de un cambio en la condición biológica de un ecosistema en particular, y por lo tanto pueden ser utilizadas como un puente para diagnosticar la salud de un ecosistema. Por ejemplo, las plantas o los líquenes son sensibles a los metales pesados o ácidos en las precipitaciones, y pueden ser indicadores de contaminación del aire.

Las especies indicadoras también pueden reflejar un conjunto único de cualidades o características ambientales que se encuentran en un lugar específico, como un microclima único. Sin embargo, se debe tener cuidado con el uso de especies indicadoras. Juzgar un ecosistema basado en la respuesta de una sola especie indicadora podría ser como tomar el pulso a un paciente e inmediatamente prescribir un tratamiento sin un examen.

Las especies indicadoras son un atractivo investigativo y una herramienta de monitoreo. Un profesional de la conservación puede utilizar una especie indicadora como sustituto para la biodiversidad en general, mediante el seguimiento de los resultados de prácticas de gestión midiendo el aumento o la disminución de la población de las especies indicadoras. Un ejemplo de la utilización de especies indicadoras es el búho manchado, como un indicador de crecimiento de su hábitat. Las nutrias de río se han utilizado como indicadores de sistemas fluviales sanos y limpios. En los bosques húmedos de México, muchos picos albergan una determinada especie de lagarto arbóreo, la salud de estas poblaciones de lagartijas arborícolas únicas se utiliza como indicador de la salud para la biodiversidad de las comunidades naturales de la región. Del mismo modo, los helechos Maidenhair se sabe que crecen en las ricas maderas duras del norte de Nueva Inglaterra, pero una subespecie de maidenhairs sólo se encuentran en lugares con suelo mineral de serpentina, este es un indicador de un sustrato específico.

Las especies indicadoras son una herramienta útil de gestión, y pueden ayudarnos a delinear una eco-región, indican el estado de una condición ambiental, encontrar un brote de enfermedad, o controlar la contaminación o el cambio climático. En cierto sentido, se puede utilizar como un “sistema de alerta temprana” por biólogos y gestores de la conservación. Las especies indicadoras también deben ir acompañadas de un estudio a fondo de lo que indican, sobre lo que realmente está correlacionado, y cómo esta especie encaja en el resto del ecosistema.

Si bien el concepto ha suscitado iniciativas internacionales para identificar especies indicadoras, en la práctica, la identificación de especies indicadoras potenciales es un trabajo duro. La presencia del organismo, ausencia o abundancia debe estar vinculada a una condición ambiental de una manera científicamente sólida para justificar su uso.